Dos parejas de extraños quedan en un bar. Dos
citas a ciegas en una noche. Este es el punto de partida de la nueva
serie de TV3, "Cites", estrenada ayer 27 de abril a las
22.35h en la cadena autonómica catalana. Con gran éxito, por
cierto. Casi medio millón de espectadores y un 13,5% de
la audiencia en Cataluña estuvieron atentos al primer par de citas. En este capítulo, cuatro personajes,
interpretados de forma magistral por Beatriz Segura, Isak Férriz,
Biel Durán y Júlia Molins, han vivido su primer encuentro romántico. Y es que
cada uno de los 12 episodios que restan, pondrá el foco en dos citas
a ciegas. No todas irán como se esperaba. Otras, sí. De
hecho, a algunos personajes los veremos repetir la experiencia con
otros.
La
serie cuenta con el inconfundible sello de Pau Freixas, que ya
dirigió y emocionó con "Polseres Vermelles" ("Pulseras
Rojas"). El reparto tampoco se queda atrás. Entre
otros, Aida Folch, Eduardo Noriega (sí, Eduardo Noriega), Eva
Santolaria (sí, la mítica Valle de "Compañeros" y Vero
de "7 Vidas"), Miquel Fernández, Ingrid Rubio, Leticia
Dolera, Ricard Sales, Laia Costa o Jordi Sánchez vivirán su
particular cita en uno (o varios) episodios.
Otro motivo más para no dejar escapar esta serie: Barcelona. Esa ciudad mágica, encantadora, nostálgica, bella, apasionante, sirve de escenario para contarnos estas variopintas citas. Los bares y restaurantes son reales, hay muchos exteriores, convirtiendo a la ciudad condal en otro personaje más, en el eje, sobre el que se vertebra la narración. ¡Ah! Y la duración: 43 minutos. De reloj. Por fin una serie española, que no aspira a tener la duración de una película en cada uno de sus episodios.
Aviso a navegantes: no es una ficción pretenciosa ni estrambótica. Llama la atención su sencillez y cotidianidad, una serie que cuida y mima los detalles. Quien espere algo espectacular, que busque en otra parte. "Cites" es todo un placer culpable. Echadle un ojo, no os arrepentiréis. Los que no entendáis el catalán, no os preocupéis, las tramas se siguen perfectamente. Y es que una imagen (o en este caso, una mirada) vale más que mil palabras.
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